jueves, 3 de julio de 2014

Las leyendas de costa rica

Parte de nuestra idiosincrasia costarricense, son las leyendas de muertos, aparecidos y milagros de personajes reales o inventados que la gente de antaño recreó en situaciones extraordinarias, ya sea para dejar una enseñanza al oyente, casi siempre los niños, o para exagerar la realidad. Son Narraciones o relatos de sucesos fabulosos, a veces con una base histórica, que se transmiten por tradición oral o escrita.

El cadejo

Las diferentes versiones de la leyenda en Centroamérica describen a un cadejo blanco y uno negro (generalmente benigno y maligno respectivamente), o simplemente un solo cadejo negro (generalmente benigno). La leyenda del Cadejo es el vestigio de una antigua creencia que supone que todo humano posee un animal de compañía. Este mítico animal es el doble del hombre, de tal manera que la enfermedad o la muerte del primero conllevan la enfermedad o la muerte del segundo. En la actualidad, se puede establecer comparaciones de lo anterior con el pensamiento cristiano, que expresa que el hombre tiene un ángel guardián que lo protege de los peligros. La creencia supone la existencia de un animal compañero para cada hombre. Ese animal es el Cadejo blanco. También este personaje tiene su resonancia precolombina maya en un espectro bienhechor . 

La llorona

La leyenda costarricense de la Llorona habla de una muchacha que, en la versión más difundida, era campesina y viajó a la ciudad de San José. Allí, comenzó a imitar las extravagantes maneras de la aristocracia josefina, y al poco tiempo, quedó embarazada. Cerca de nacer el niño(o niña, según algunas versiones) lo abortó y lo lanzó a un río(o bien, fue un parto prematuro con el mismo desenlace). Arrepentida, vagó por todo el cauce del río en busca del niño que había asesinado. Se dice no sabe que ya murió. Va errante y llorando a lo largo de ríos, lagos, lagunas o incluso charcos, por cualquier lugar donde hay agua, persiguiendo al alma de su hijo, pero cuando lo va a rescatar de las aguas, este desaparece. Existen otras versiones de la leyendas, pero todas coinciden con la causa del lamento de la Llorona. Unas dicen que fue violada, otras no la sitúan en la ciudad, si no en un poblado, y una incluso habla de que fue hija de un cacique que, con la llegada de Vázquez de Coronado, se unió a un soldado español de ese gobernador, teniendo como resultado un bebé que, antes de matar a su amante y morir herido por el español, lanzó al río su padre.

La carreta sin bueyes

 La leyenda cuenta que, a deshoras o en pleno día, se oye a una carreta pasar cerca de la vivienda de alguna persona que se está volviendo muy avara, o de un avaro que acaba de morir, advirtiendo que cambien su pensar. Se caracteriza porque, de repente, se oye en algún lugar, luego en otro, ora en uno diferente, ahora en un lugar más apartado, pero en base a un punto de 'órbita', el lugar del avaro. Es un espectro con el don de la ubicuidad, entonces. 

Se dice que aparece como una carreta(la costarricense está pintada de múltiples colores) que tiene la yunta(en donde se enganchan los bueyes) alta y vacía. A veces se menciona que quien la ve muere a los ocho días de contemplar la aparición. 

La cegua

la Cegua, Segua o Tzegua es un espectro popular que se aparece a los hombres que viajan en solitario por veredas desiertas, en la forma de una mujer muy bella. Particularmente, el varón debe ir en un medio de transporte(un caballo, comúnmente, aunque en relatos modernos se puede dar también en automóviles). Luego de que la víctima acepta llevar a la mujer, la cara se le transforma en una calavera de caballo con la carne podrida, con ojos fulgurantes y aliento con hedor a descomposición. Lo que le ocurre a la víctima varía según las versiones. Se dice, por ejemplo, que ella los mata con un beso, o bien que estos mueren de terror, que escapan y quedan raquíticos, o que ella les muerde la mejilla para marcarlos como adúlteros o lujuriosos. De esta leyenda el dramaturgo costarricense Alberto Cañas publicó un drama en tres actos, un prólogo y un epílogo, con el título de La Segua. Posteriormente fue llevado al cine. A manera de apéndice, se presenta a continuación un relato acerca de la Cegua.

El padre sin cabeza


Mito seguramente concebido en tiempos de la inquisición, durante la cual cortaban la cabeza a brujos, hechiceros, hombres y mujeres de mal vivir.


Dice la tradición que se le aparece a los hombres y mujeres que trasnochaban debajo de un árbol frondoso en el cual se puede ver una gran puerta de un templo.



La persona pasa la puerta y se encuentra una gran sala y al final un sacerdote cantando misa en latín.



Atraído y cargado de pecados la persona oye atentamente pero a la hora de la consagración al dar la cara el sacerdote se le ve sin cabeza y esta chorreando sangre entre sus manos.



Despavorido sale de aquel lugar y queda varias semanas sin habla, cambiando así su vida para siempre.

La tulevieja
En la mayoría de las versiones, la Tulevieja es descrita como una mujer baja de estatura, de contextura gruesa, que porta un sombrero de alas caídas (un tule viejo y arrugado), mal vestida y con el cabello enmarañado, la cual generalmente se presenta con el pecho desnudo, mostrando dos enormes senos mamarios tan cargados de leche materna, que ésta se desborda, por lo que es frecuente que detrás de la criatura se observen gran cantidad de hormigas de todo tipo que vienen siguiendo el rastro de leche.1 Es común que se le describa como híbrido de mujer y pájaro: tendría alas cortas pero poderosas, a veces de ave y a veces de murciélago, o no las tendría del todo, según la versión, pero lo más característico serían sus patas y garras de águila o gavilán, en lugar de piernas, que dejan huellas invertidas, de modo que no pueda ser seguida. Se alimentaría de carbones y cenizas, por lo que sería frecuente encontrar sus huellas en fogatas recién apagadas.

Duende
No hay una sola persona que no haya escuchado hablar sobre los duendes. De esas pequeñas criaturas con las que las madres amedrentan a los niños: “Te van a llevar los duendes”.Cuando era pequeño me daba miedo de encontrarme con ellos. Los duendes son unos pequeños hombres en miniatura que miden como medio metro de altura, usan boina grande y visten lujosamente, con trajes de colores. La mayor parte del tiempo andan juntos. Andan por los potreros, cafetales y caminos solitarios, no les importa si es noche o de día con tal de andar vagabundos.Al visitar una casa se hacen invisibles, molestan demasiado, echando cochinadas en las comidas, tiran lo que se encuentre en sus manos. Pero lo que más persiguen es a los niños de corta edad, los engañan con confites y juguetes bonitos; así se los llevan de sus casas para perderles. Si el niño no quiere irse, se lo llevan a la fuerza; aunque llore o grite. Una vez un señor, quién me merece todo respeto, contó que una noche, cuando él iba a caballo con otro amigo vio saltar un chiquito a la orilla del camino. Al ver esa figurilla en ese camino tan solitario y en horas tan inoportunas ambos se extrañaron; bajaron el ritmo de los caballos para preguntarle hacia donde se dirigía. Voy a hacer un mandadillo dijo el pequeñín. Pero a pesar de que apresuraban el paso, el pequeñín los seguía a cierta distancia, con una habilidad increible. Aquel espectáculo los puso como piel de gallina, y no querían mirar hacia atrás; y cuando quisieron mirar, había desaparecido.